sábado, 3 de diciembre de 2011

Don Dionisio Inventatrastos

Maco, la mascota lectora.

¡Queridos amigos y amigas!

Cuando comenzamos a trabajar la animación a la lectura, muchas son las técnicas que podemos utilizar.
Yo he utilizado bastantes, desde juegos a fichas de comprensión, dibujos, dramatizaciones,etc.
Pero una de las técnicas que más les ha gustado a los alumnos/as ha sido resumir libros y publicarlos con sus propios dibujos. Así lo hicimos con el "Quijote", que está colgado en el blog y otros  más.
Os presento un resumen precioso realizado por  un grupo de mis alumnos/as del Taller de lectura de 4º, 5º y 6º de Primaria, del libro DON DIONISIO INVENTATRASTOS.

Espero que os guste .
Un abrazo.
Vuestra mascota lectora. Maco







DON  DIONISIO,
EL PROFESOR INVENTATRASTOS.





         Érase una vez un señor que vivía en un pueblo pequeño. Este señor se llamaba Dionisio, pero ninguno de sus vecinos-as lo llamaba de este modo, sino que le nombraban por  Profesor Inventatrastos.

        Don Dionisio era bajito y regordete, de nariz redonda y ojos relucientes rodeados de unas pequeñas gafas.

        En su cabeza apenas tenía pelos y le relucía una estupenda calva.













LOS TRASTOS DE DON DIONISIO



   El Profesor Inventatrastos  vivía solo con su pequeño perro.

      Le gustaba inventar cosas que, aparentemente, no servían para nada: un paraguas mágico, un ventilador que echaba perfume,… pero luchaba por encontrar algún trasto para salir de su pequeño pueblo y viajar por tierra, mar y aire.



























EL PUEBLO DEL PROFESOR INVENTATRASTOS

   Don Dionisio vivía en un pueblo de pescadores, tranquilo, con casas bajitas y blancas.

   Su casa, situada cerca de la playa, estaba rodeada de un pequeño jardín que muy pocos vecinos-as visitaban, por los trastos que almacenaba y la extravagancia de su amo.

   Desde su casa divisaba el mar y el horizonte y se imaginaba todos los países que le gustaría descubrir.

   Un día el Profesor Inventatrastos inventó unos zapatos mágicos que podían salvar todos los obstáculos posibles: las montañas, los ríos los árboles,…

   Así que un día salió de su pueblo de casitas pequeñas, bajitas y blancas, al amanecer, con algunos de sus trastos, dispuesto a viajar por el mundo y conocer nuevos pueblos.













LA HIJA DEL HADA AZUL.

Apenas hubo salido de su pueblo se sintió feliz porque podía atravesar valles y montañas sin apenas estar cansado.

Al llegar a un nuevo lugar se encontró con la hija de un hada que tenía que demostrar que era una buena hada haciendo feliz a algún humano, pero resulta que esto le estaba resultando muy difícil, pues los humanos-as no se dejaban ayudar fácilmente.

El Profesor Inventatrastos salvó al hada de varios peligros gracias a sus inventos y le propuso que le acompañara en su viaje.

La hija del Hada Azul, que éste era su nombre, aceptó encantada y se maravilló que un humano la hubiese salvado de los peligros.






















EL PAÍS DE VALLEVERDE.


El hada y el profesor llegaron a un pueblo llamado Valleverde, pero no pudieron entrar fácilmente, ya que un soldado que parecía un gigante, les impedía el paso.

El soldado les pidió un pasaporte, que ellos no tenían, pero el profesor consiguió engañarlo y pudieron entrar al fin.

El pueblo parecía extraño, pues la gente no saludaba y unos soldados indicaban lo que debían hacer.

Un soldado tan enorme como el centinela de la entrada les dijo que este era el País de los Cocólitos.


























EL PAÍS DE LOS COCÓLITOS.

El país de los Cocólitos gustó a  nuestros amigos, pero pronto se dieron cuenta que algo extraño pasaba en el lugar pues unos soldados altos y fuertes como el guardián de la entrada, indicaban a la gente la hora de recogida  y el fin de las tareas diarias.

   Todos los vecinos-as huyeron del lugar y los visitantes no sabían donde ir.

   Un cocólito les hizo una señal y los llevó a su casa.
































LA FAMILIA COCÓLITOS.

La familia de los Cocólitos contó a los visitantes que antes en el pueblo eran felices y que no necesitaban grandes cosas, pero que una terrible sequía asoló al pueblo. Se sentían tristes y decidieron salir a buscar ayuda.

Cuando salieron del pueblo anduvieron valles y montañas hasta llegar a los territorios del Gran Duque, que vivía en un enorme castillo, y que les prometió ayuda si lo llevaba a su pueblo.

   Ellos decidieron aceptar la ayuda y dejaron entrar al Gran Duque y a todo su ejército en su hermoso valle.

























EL ENGAÑO DEL GRAN DUQUE.

Regresaron los cocólitos con el Gran Duque al pueblo de Valleverde con la esperanza de la ayuda prometida. Pero era un engaño,  pues pronto el Duque ordenó a su dragón de Siete Cabezas quemar cosechas y las casa de los rebeldes.

   Ahora vivían escondidos y amedrentados por el dragón y por el hechicero amigo del Gran Duque, quien transformaba en animales a aquellos cocólitos que no obedecían sus órdenes.


















LA VENGANZA DEL GRAN DUQUE.

   A la mañana siguiente unos fuertes golpes se oyeron en la puerta de la familia de los Cocóliotos. Eran los soldados que venía buscando a los visitantes y que se habían enterado que estaban escondidos en esta casa. Nuestros amigos para no molestar más a esta familia se entregaron y fueron llevados ante el Duque.

   El Gran Duque explicó al profesor que se había enterado que era inventor y que iba acompañado de un hada. Les propuso que se unieran a él en su dominio del pueblo y que, juntos, serían invencibles.

   Pero nuestros amigos se indignaron de tal modo que empezaron a pedirles explicaciones por las sequías y por todos los males que estaban sufriendo los habitantes de Valleverde.



El Gran Duque se enfadó tanto que al momento les mandó a sus soldados que los metieran en la cárcel, junto con toda la familia que le habían ayudado.    





LA FUGA DE LA CÁRCEL.

Toda la familia de los cocólitos, Don Dionisio y el hada Azul fueron trasladados a la cárcel y quedaron custodiados por los solados y el Dragón de Siete Cabezas, que de vez en cuando soltaba alguna llamarada, lo que hacía insoportable aquel lugar.

   Mientras tanto el profesor Inventatrastos se puso manos a la obra para inventar algún trasto que los sacara de allí, así que les pedía a todos las cosas más inverosímiles que podían imaginar. Al cabo de un buen rato ya sabía cómo iban a salir de allí. Había inventado un aroma que hipnotizaba a todo el que lo olía y al mismo tiempo atacaba a quien no lo llevara puesto.

Así que llamó al dragón, echó el perfume y rápidamente quedó hipnotizado.
Los soldados que no estaban aromatizados fueron atacados por las llamas del dragón.

De este modo salieron de la cárcel.






LOS COCÓLITOS
PIERDEN EL MIEDO

   Los cocólitos al ver que su peor enemigo, el dragón, ya no les atacaban salieron a defender su pueblo y pidieron a la hada Azul que les ayudase a vencer al hechicero, pues del Gran Duque ya se encargarían ellos-as.

   El hada Azul se sintió feliz al ver que unos humanos-as necesitaban de su ayuda, y por arte de magia convirtió al hechicero en un animal, en lo que él había estaba convirtiendo a todos los habitantes del pueblo.

   Por la tarde ya al pueblo había recobrado su alegría y daban las gracias a los visitantes por la ayuda prestada.

Nuestros amigos se sintieron muy felices de haber ayudado a un pueblo a recobrar su libertad y juntos regresaron a sus pueblos natales.
   Al día siguiente toda la noticia se conocía por los alrededores y los vecinos-as de Don Dionisio se sintieron felices de tener un profesor Inventatrastos tan ilustre.